martes, 14 de enero de 2014

Ahora, un cuento

Yo en verdad escribo, un poco de esto un poco de aquello pero disfruto dejando fluir las palabras de mi mente a un Documento Word en este caso.Escribo cuando estoy inspirada o escribo cuando lo necesito. Aquí dejo un poquito de algo que empece hace poco, no tengo nada más sobre esta historia por falta de tiempo.Pero soy de las que terminan lo que empiezan, así que hay os la dejo.

                                                                                                7 de Enero de 2014
Ataviada con mis pantalones de Zara, mi bufanda, mi gorro y mi trenca. Me atreví  a salir a las calles del frío invierno, donde el único que mantenía diálogo era el viento, que te calaba hasta lo más hondo del alma. Mientras acomodaba bien mi pelo, mi Smarthphone  vibró en el bolsillo del ajustado pantalón, que en verdad no abrigaba nada pero me gustaba el color. Desbloqueé el patrón y leí la serie de incoherencias que mis amigas decían por el grupo de WhatsApp, deje escapar una sonrisa e ignore la siguiente serie de vibraciones correspondientes a las risas que agitaron mi bolsillo. Cruce un par de calles un poco sin rumbo, colocándome los auriculares para ignorar el aullido del viento en mis oídos. Aislándome en el sonido de la música, dejando escapar un suspiro y observando como el vaho se desvanecía en el aire. Mi mente vagaba en los recuerdo, como queriendo sufrir un poco más. Sacudí la cabeza, despejando mi mente de todo dolor e intente concentrar toda mi atención en mi destino. En verdad no sabía a qué me dirigía simplemente me movía la curiosidad y el masoquismo. Me acerque a donde mi anónimo mensajero me había dicho que fuese. Llevaba recibiendo mensajes extraños desde hace unos días diciéndome que alguien me estaba haciendo mucho daño a escondidas, e impulsada por el temor, hice caso al último mensaje “Ve a esta dirección y sabrás de que estoy hablando” . Espere unos minutos pero no podía entender de qué se trataba el mensaje, derrotada por el frío, me gire para darme la vuelta  y entonces fue cuando lo ví o más bien, los ví. Me quede congelada y no solo por el frío.
Mi novio David, con el que llevaba saliendo un año, que cumplíamos la semana que viene. Le estaba pasando el brazo a otra chica, la cual tenía su cabeza apoyada en su hombro. No me interesaba su nombre, ni sus rasgos. Lo único que veía era los besos que depositaba mi chico a lo largo de su cara y las risas de ella en respuesta. Congeladas lágrimas surcaban mis mejillas y un hielo desgarrador congelaba mi corazón. Dispuesta a no infrigirme más dolor me dirigí a la cafetería más cercana argumentando que tenía que ir al baño. Al cerrar, me derrumbe contra la puerta durante lo que me pareció siglos, resurgí cuando unos suaves pasos y unos pequeños golpes sonaron a través de la madera. Entreabrí la puerta y me encontré a una niña de 5 años sonriéndome ampliamente y diciéndome con una exquisita educación.
-Perdoné ¿le queda mucho?- su voz sonaba unas octavas más aguda que la mía y sus mofletes rosas e inflados denotaban una enorme y amplia sonrisa, que se desvaneció cuando vio mi cara llena de rastro de lagrimas.- Huy lo siento, si quiere entro en el de chicos, nadie se va a dar cuenta.
-No tranquila pasa, yo solo me voy a lavar la cara- Hice un tremendo esfuerzo por sonreír, pero creo que al final no me salió de todas maneras la niña me devolvió una sonrisa, aun mas grande y deslumbrante que la anterior.
Cerré la puerta del servicio y mire mi reflejo en el espejo. Tampoco estaba tan mal, solo tenía grandes surcos de rímel que llegaban hasta mi barbilla y los ojos hinchados y rojos. Preciosa. Empecé a limpiarme los ojos y la cara hasta que solo quedaron como prueba de mis amargas lágrimas mis terribles ojos hinchados. Nada que no se pudiese arreglar con…
-Chocolate- dijo la niña saliendo del lavabo- ¿Quieres?- Dijo extendiéndome una onza, la acepte con ganas pero ella me regaño diciendo-primero lávate las manos.
Obedeciendo a sus órdenes abrí el grifo y sumergí mis manos con el jabón, masajeándolas. Al cabo de un rato se las mostré diciendo.
-Mira, limpias como el jaspe- dije recibiendo mi onza de chocolate mientras ella engullía la suya.
- Me llamo Lara, Lara Espinosa ¿y tú?- al menos ya había dejado de tratarme de usted, me hacía sentir incomoda.
-Yo me llamo Eva Montoro- dije agachándome a su altura para estrecharle la mano que ella me había tendido.
-Un placer Eva- dijo Lara me, de repente se espabilo y dijo- bueno me tengo que ir que mi mama me debe de estar esperando, espero que nos veamos pronto. Vengo aquí todos los días, mi papa manda aquí.- Se dirigió a la puerta pero de pronto se giro y me dijo- Por cierto, no merece la pena llorar, él se lo pierde.


Y ahí me dejo una cría de 5 años dándome lecciones de la vida y adivinando mi situación,  ¿Cómo? No lo sé pero de ella había aprendido más que de mis padres en siglos. Dejando a un lado el dolor de mi pecho me dirigí a mi casa, para refugiarme de todo. Directamente me dirigí a mi cuarto, saludando primero a mis madre, y me eche en la cama. No tenía fuerzas para llorar, después del dolor del primer momento ahora llegaba la rabia y la impotencia. Decidida a cerrar mi relación envié dos mensajes, uno a David, diciéndole que si podíamos quedar mañana por la mañana y otro a mi anónimo, dándole las gracias y diciéndole que desearía saber su identidad. Recibí una respuesta afirmativa de David diciéndome lo mucho que le apetecía y cuanto me quería, decidí guardar mis repulsivos pensamientos para cuando lo viese en persona. Y otro mensaje de mi anónimo diciéndome que “Todo tiene su momento y su lugar, me alegro de haberte ayudado. Suerte con la próxima” No sabía a qué se quería referir con la próxima pero la curiosidad afloro en mi interior.