miércoles, 16 de julio de 2014

Que es la vida sino una sucesion de personas y palabras,alientos y suspiros, risas y sueños..



Llevo semanas queriendo hacer esta entrada, y pensando cómo expresar lo que quiero decir pero como no tengo ni idea, voy a escribir una retahíla de palabras y que cada cual lo entienda como pueda.

La vida. Muchos la consideran un milagro, y lo es, o una hija de puta, que también lo es. Pero es la vida nos han dado el regalo o el suplicio de vivirla y disfrutarla o desaprovecharla. Todos tenemos problemas, todos nos acostamos noches llorando por esos bajones de “noseque” que nos dan, nos ponemos música y no evadimos de la realidad.

A eso quería yo llegar. Evadir. Evitar Una buena forma de ignorar la realidad y escapar aunque sea por un corto periodo de tiempo de nuestra vida. Hace poco leí un libro “DUFF” en este libro una chica con una autoestima pésima, un padre alcohólico y una madre vividora por así decirlo, la chica no sabe como evadirse del caos que tiene en su mente y al final lo hace de una manera poco usual, con un chico. No es solo el cometario de un libro o recomendarlo, es contar como me ha afectado. Todos vivimos evadiéndonos de la realidad, de una realidad en la que hay muertes, guerras, enfermedades, crisis, maltratos… ya me entendéis. Vamos a ver ni que yo supiese mucho por favor solo soy una jodida adolescente que escribe en un blog que no lee nadie, pero no me importa, esta es mi manera de evadirme. El resto del mundo se evade con otras cosas: música, totalmente obvio; libros, me incluyo la primera, deportes, juego, alcohol, drogas, viajar…

Pero cuanto más te evades con más fuerza te da hostias la realidad, que aunque de las 24 horas que tiene un dia 12 te la pases con los cascos puestos y leyendo un libro y las otras 12 durmiendo, no te quita que el mundo siga dando vueltas, la gente siga muriendo, disparando, matándose y que sigamos evadiendo la realidad solo provoca que esta nos aceche y nos de mas fuerte.

Sé que no he dicho más que tonterías pero necesitaba decirlo que “Hola, soy la vida, soy una hija de puta, no sé cuantos años seguirás viviendo, pero disfrútalos, porque mientras tú te evades y la disfrutas yo te enseñare a ser fuerte” y yo no tengo nada de que quejarme lo tengo todo, y pido mas pero si no nos quejásemos que sería de nosotros, somos ambiciosos y egoístas y quien diga lo contrario miente. Pero aun así y citando al mejor libro y autor del mundo “ Es una buena vida ¿no crees?”

Se aprende a vivir con el dolor.

sábado, 21 de junio de 2014

Mierda


Hey! Se que llevo mucho sin subir nada por lo menos dos meses guau! Pero aquí dejo la continuación de mi historia besiitooos:)
Pd: Ahora que empieza el verano subiré caps más seguido


Estoy rodeada de enfermeras, máquinas y paredes blancas. Me abruma un olor a suero y no me doy cuenta de donde viene hasta que muevo el brazo y veo un tubo conectado a el. Genial seguro que me han hecho pruebas de todo.

-Hola cariño ¿Cómo te encuentras?

Me giro hacia la voz de manera brusca, lo que me ocasiona un terrible dolor en el cuello, suelto una especia de aullido. Inmediatamente la enfermera que me ha hablado se me acerca y me coloca una almohada, para que pueda incorporarme sin necesidad de mover el cuello.

-Me duele el cuello- digo aunque sea demasiado obvio.

-Claro cariño- dice sonriendo, no me gusta que me llame cariño- has estado apunto de quebrártelo.

Mierda. El gilipollas de mi hermano intento matarme otra vez, como quien no quiere la cosa.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?- estoy totalmente desorientada.

-Unas 12 horas, te desmayaste y luego te sedamos para que se rebajase el dolor- me explica mientras abre la ventana. El  resto de enfermeras se ha ido y ahora estamos solas en la habitación.

- Te hemos echo algunas pruebas…- “Mierda” pienso inmediatamente

En ese momento un torrente entra por la puerta de la habitación o también llamado, mi madre. Que por desgracia escucha las tres últimas palabras

-…¿eres bulímica verdad? – no se ha dado cuenta de la presencia de mi madre ni de mi mirada de “cállate la puta boca”

-¡¿QUÉ?! – exclama mi madre

- Mierda – ahora sí que empiezan mis problemas

martes, 22 de abril de 2014

El brillo de las palabras


Pocas personas creen en nosotros, pocos creen que la luz brilla y que parpadea por propia voluntad. Pocos creen en la libertad del aire, en el silbar del viento o en el calor del Sol, así como el frío de la Luna. Siempre relacionamos sensaciones pero yo relaciono luces, colores y emociones.

Nosotros somos la Luz, aquella que nos aportan las estrellas, así que tenemos su emoción, su brillo y su resplandor. Soy el sonido que oyes cuando el viento sopla a través de las hojas de un árbol, no me creas, tal vez no existo y solo me sueñas, solo soy brillo. Solo soy yo, cuidando de ti.

Los niños nos ven, será por su inocencia o por lo que les inculcan las películas. Los animales nos huelen, porque olemos a fresas, pero solo pocos mayores nos notan, porque creen en nuestra presencia. Soy invisible, pero también brillante, soy pequeño y a la vez grande, soy el bien y también el mismísimo mal. La gente me anhela y otros me espera. Cuido de muchos, me llevo a otros cuantos, los protejo y los sirvo hasta que están cansados.

Ahora mi pregunta es ¿Quién soy? O mejor aún ¿Qué soy?

sábado, 19 de abril de 2014

Muerte


La vida es demasiado corta, me dijeron una vez. Yo la veo irremediablemente larga, pesada y cansada. Se me hace pesado seguir la rutina, se me hace pesado vivir. Alejarme de todo esto, tan normal, tan insípido, tan monótono seria genial.

La muerte no la veo como algo de lo que tener miedo, es algo que va a suceder, quieras o no, sin remedio. La he visto demasiado cerca como para saber, que la volveré a ver, tarde o temprano. La vida se vive, bien o mal, pero no me lo niego, me la he intentado quitar varias veces. Se que no soy la única. En todas las historias siempre hay alguien así, pero una no sabe hasta donde llega la gilipollez hasta que ves a tu hermano apuntándote con una arma la cabeza y que esa bala nunca llegue a ti…

Esa es otra historia, mi historia.

Me despierto abrumada por el dolor de cabeza, el olor a medicinas y a sueros. Un hospital, consigo recordar lo básico hasta que el torrente de recuerdo invade mi mente. Conforme soy consciente de mi cuerpo, y aún con un tremendo dolor, muevo el cuello para mirar mi alrededor.

Huye


Bueno debo decir que llevo bastante tiempo sin escribir y que hoy quería hacerlo, esto es solo un adelanto. Es bastante posible que hoy suba más.
Desde siempre he aprendido a ser independiente, mi padres trabajaban y mi hermano era el único que cuidaba de mi, JAJAJAJJA a quien quiero engañar, cada vez que me tenía que quedar a solas con mi hermano, huía de casa y llegaba justo en el momento en el que mi madre aparcaba el coche en el garaje, el justo para llegar y el necesario para que no me matase.

Muchos se preguntan que me ocurrió con mi hermano, bueno, esa es una historia demasiado larga e inservible en estos momentos en los que estoy corriendo hacia el hospital, la pequeña niña me mantendrá con los pies en la tierra y me cuidara.

Mierda, mi torpeza aumenta por momentos, un hospital, heridos, mi hermano. Nada más entrar por la puerta lo veo en la recepción, capta mi presencia y sin saber cómo, ni  de dónde ha sacado su capacidad para desplazarse tan rápido, lo encuentro encima de mí, estrujando mi garganta.

Las enfermeras y seguridad me lo quitan de encima y lo drogan para dejarlo inconsciente. Toco mi garganta, y descubro que me ha hecho pequeños arañazos y que tengo el cuello hinchado y rojo. Sangre sale de los rasguños y provocado por los bruscos movimientos del cuello, me desmayo. Y lo único que oigo a mi alrededor son gritos.

martes, 4 de marzo de 2014

Deslizando el dolor


Flashback

Recuerdo cuando éramos pequeños, y él siempre cuidaba de mi, su hermana pequeña, tan solo por meses, pero me cuidaba. De repente no sé lo que sucedió pero se le ensombreció la mirada, el aguamarina de sus ojos se convirtieron en un oscuro mar revuelto, de rabia y dolor, nadie sabe que le ocurrió.

Recuerdo un día en el parque, en ese mismo parque, que él me dijo que si jugábamos a un juego. A simple vista el juego no parecía dañino ni retorcido pero poco a poco me di cuenta, con mi poca conciencia de cinco años, de que lo que estaba intentando.

Intentaba matarme, primero me llevo al lago, en el que casi me caigo si no llega a ser por una rama de un árbol, después continuo mi tortura en los columpios en los que él me empujaba cada vez más fuerte, intentando que yo cayese, todo se soluciono cuando llego mi madre y vio el terror y el pánico en los ojos. Desde ese día mi hermano y yo, no volvimos a ser hermanos. Y lo peor es que ese no fue su único intento…

Volviendo al presente

Mi hermano no s feo, ha cambiado mucho durante este tiempo, pero ese vacío en sus ojos sigue ahí, haciéndome sentir pequeña, indefensa. Es un chico de 19 años bastante atractivo, musculoso pero no petado, de piel bronceada y cabello castaño. Pero sus ojos siguen fallando en ese rostro de inocencia, que no engaña a nadie.

Seguía teniendo su rostro a centímetros del mío, por lo que no podía ver el movimiento que yo estoy haciendo en mi manga, hasta que siente el arma en su muslo, por el brillo que toman sus ojos, ha reconocido la forma y el calibre.

-Wow- dice, no parece nada asombrado, pero eso me da igual- veo que devuelves los golpes con las mismas armas, pequeña.

-No me digas pequeña- eran las primeras palabras que le dirigía y mi voz ya estaba temblando, no puede ser así, reacciona.- No eres nadie.

- Sigo siendo tu hermano- la sonrisa no desaparece de su cara, así que aprieto más el arma contra su muslo, ningún rastro de dolor, mierda.

-Perdiste ese nombre hace demasiado tiempo, no tienes derecho ni a estar aquí – la rabia se ha apoderado de mi- deberías estar pudriéndote en una cárcel, o mejor muerto.

Ahora sí, la sonrisa desaparece de sus ojos y de su rostro, bien, conseguido.

-No me hables así- su mano se acerca peligrosamente a mi cuello, cualquiera puede pensar que me va a acariciar pero yo se que no. Así que cuando sus gélidos dedos lo rozan, aprieto el gatillo.

Ningún grito, simplemente una expresión de horror cruza su rostro, me cubro con la trenca y me alejo corriendo de allí, sin mirar atrás.

Corro como si la vida se me escapase, y la verdad es que la acabo de perder, el juego acaba de empezar, y este no es el final, sino el principio.

El principio del juego que me costará la vida.

jueves, 27 de febrero de 2014

Frío metal


Pase ese fin de semana entre visitas a Lara y sueños cada vez más escalofriantes, no había respuesta alguna de mi mensajero. Esperaba no haber perdido la comunicación, con él, justo en el momento clave, y…como si me leyese la mente, que estoy segura que lo hace, mi móvil vibra con la aparición de una respuesta que yo ya sabía.

Preparado. Cuando usted quiera mi capitana”

Llevo esperando esto demasiado tiempo, la adrenalina me recorre las venas y a la vez me las contamina.Todo.Tiene.Que.Salir.Perfecto.

Sabía a dónde tenía que ir, donde empezaba el juego, y donde si la suerte estaba de mi parte. Acabaría para siempre. Me dirijo a paso tranquilo, ataviada con lo de siempre: mi preciosa trenca roja y mi gorro negro. Ando con paso firme, decidido, no voy a vacilar, no esta vez. Cuando llego, le envío un mensaje a mi nuevo compañero de equipo.

“Lista”

Cinco letras, dos silabas. Su respuesta, me satisface.

“Corrijo. Listos”

Me siento en el banco de siempre, me pongo los cascos y dejo que ocurra, de repente, el agua de la fuente que tengo al lado, deja de fluir. Esta aquí, ya ha llegado. No sé por donde aparecerá, pero al menos, ya le he visto la cara. Dejo que se deslice por debajo de la manga de mi trenca, solo asomando la punta, invisible, fría, mortificante. Estoy tan concentrada en mis pensamientos y en dejar que no se me caiga, que casi pego un salto cuando el banco cruje bajo el peso de otro cuerpo. Sigue igual, la misma forma de sentarse, de mirarme e intimidarme, solo que esta vez no me dejo. Me giro lentamente devolviéndole la mirada, sin dudas, sin remordimientos. Sintiendo el frio del metal en mí manga. Una frase, mil recuerdos.

-Hola pequeña. – hace una pausa para dirigirme una sonrisa sincera, que buen actor. Se acerca a mi cara, no ha cambiado mucho, lo que ocurre es que la última vez que lo vi tenía la cara llena de sangre, mi sangre- ¿Me has echado de menos? Hermanita.

Aquella


Me miro al espejo, y un búho me devuelve la mirada, da igual todo da igual. Mis pensamientos se concentraban en un maldito individuo, hijo de puta. Nunca más, me prometí hace dos años que se acercaría a mi vida y con casualidad o sin ella, ha vuelto. Y esta vez no lo voy a dejar escapar.

La brisa mañanera entra por la ventana del baño, en el cual huele a vomito, me dan arcadas pero me contengo. Tengo que actuar con normalidad, y que nadie sepa mis intenciones hasta que la venganza sacie mis manos y mi corazón. Me lavo la cara espabilo y me dirijo a casa, necesito informar a mi madre de lo que ha ocurrido. Al llegar me la encuentro en el despacho de papa, con una fotografía en la mano y sollozando silenciosamente. Normal, el dolor que se siente por lo que ocurrió, le asalta de vez en cuando, pero yo estoy aquí para ella. Y ahora más que nunca, ya lo tengo. Me acercó a ella y la consuelo como yo solo sé, la mimo un rato, una mujer de 40 y tantos, también necesita mimos. Vemos una película, y mientras preparo las palomitas le cuento lo ocurrido, ella asiente, ausente. Evidentemente omito el encuentro, tengo que contactar con mi mensajero, seguro que ya sabe mi próximo movimiento.

Simplemente cojo el móvil y le envió un mensaje, simple corto y llamativo.

“Encontrado, que empiece el juego”

Aquel juego que tanto había ansiado y practicado, estaba apunto de comenzar y debía de estar preparada. Silenciosamente me dirijo al despacho de mi padre, y ahí esta, sucia y polvorienta pero utilizable. Sería mi protección o mi perdición, no lo sabía. Era mi mejor arma.

Aquella que ya había probado mi sangre.

domingo, 23 de febrero de 2014

¿Saco o boxeador?



Erase una vez una pequeña pieza de lona, que no pertenecía a nadie ,a nada. Un día la utilizaron cosiéndola a otras piezas de lona, alegres y cariñosas, se sentía bien, eran una familia. Un día su dueño los vendió, y los llevaron a un edificio de cristal donde la gente corría y reía, los colgaron de una cuerda, y todos jugaban a empujarlo de un lado a otro como un saco. Se hicieron amigos de muchos de los que jugaban con ellos. Del uso muchos de sus pedazos acababan rompiéndose pero el saco seguía ahí , y nuestra pieza de lona seguía ahí. Un día uno de sus amigos que más jugaban con ellos, llego triste y cabreado al lugar, hablo con la pieza y esta intento consolarlo pero el otro no se dejaba así que el chico empezó a golpear al saco, sin ningún cariño, sin ningún afecto. En las partes de las lonas rotas, donde al saco más le dolía, la pieza no entendía porque aquel ser al que quería le hacia semejante daño. Al finalizar el ataque de rabia el chico se dio cuenta del estropicio que le había provocado al saco, le pido perdón y le reparo las partes dañadas, pero el saco, la pieza, jamás volvieron a dejarse ser golpeadas por nadie. Porque no todo lo que se repara queda curado.

Yo soy la pieza. Que he tomado el papel de boxeador.


 

domingo, 2 de febrero de 2014

More More More

Como hoy me habéis echo un poquito de más caso y estoy de muy buen humor, os dejo un poquito más.
En pocos segundos la chiquilla que brillaba con luz natural fue arrollada por una bicicleta roja conducida por un chaval que no se detuvo para ver su desastre pero que si se llevo su merecido al estamparse contra un escaparate de una tienda de fotografía, no me preocupaba. Impulsada por el miedo corrí hacia la niña, aún respiraba pero tenía un golpe muy feo del que emanaba sangre por detrás de la cabeza, no me gustaba, no quería que esto sucediese. Su padre salió por la puerta alarmado por el golpe y  cuando me vio abrazada al cuerpo inerte de su hija, se derrumbo, corrió hacia su hija y la beso, empapándose sus carnosos labios de sangre, sin impórtale nada. Mientras las lagrimas y la sangre en su cara se mezclaba como un espectáculo de dolor inconsolable, reaccione.
Marque el número de emergencias que jamás pensé que utilizaría, a los pocos minutos apareció una ambulancia y todo se hizo caos. La mitad del personal médico se dirigió al herido conductor, pero a nadie parecía importarle su estado de salud. Frente a una niña de no más de 5 años que había sufrido un terrible golpe en la cabeza y estaba perdiendo mucha sangre. Acompañada de su padre envuelto en sangre y lagrimas que se convulsionaba a su lado y de mí una ¿ amiga? ¿conocida? que había reaccionado pero que seguía parada. Se llevaron a la pequeña en ambulancia y yo pedí un taxi durante el jaleo para acompañar, no iba a dejarla sola y menos aún a su padre, que estaba en un estado entre el shock y la rabia , el miedo y el dolor.
Llegamos al hospital en menos de 10 minutos ya que se encontraba cerca de la cafetería, pero diez minutos, son diez minutos para Lara entre la vida y la muerte. No estudiaría medicina pero tenía suficiente conocimiento para saber que esa herida y ese golpe no la dejarían indiferente, y que eran lo suficientemente graves para acabar con su risueña risa.
Los hospitales huelen a enfermedad, y todos lo sabemos, nos aportan miedo, dolor, sufrimiento y a veces si te fijas bien puedes sentir un poco de esperanza, alegría , amor y luz. No recuerdo la última vez que visite un hospital…no era un sitio que me gustara visitar. Pero, me quedo pillada, no se que más decir. La veo pasar en una camilla con sabanas blancas  y con el rostro inmaculado. Mis piernas me fallan y me derrumbo ante todos los pacientes que se encuentran paseando por los pasillos.

No se controlarme, pero se que se estoy llorando, y que alguien me está hablando. No noto nada solo una mano fría rozarme la cara, como un ángel, como una sueño pero lo único que encuentro al abrir los ojos es a una enfermera muy preocupada por mí. Le doy las gracias me incorporo y me dirijo al baño. Esto es demasiado para mí, puede conmigo. No conocía mucho a Lara, pero la sentía muy dentro de mí, como la hermana pequeña que nunca he tenido. Pero no todo quedaría así, soy vengativa y no lo dejaría escapar, no ahora que le había visto la cara, y mi mente lo había reconocido, por segunda vez.

Continúa la historia...

Nunca había temido a la muerte hasta ahora, mis sueños relataban historias, de gente a la que conocía, a la que quería. El último y mas atemorizante era sobre ella, Lara, la pequeña y dulce niña que había conocido en esa cafetería.
El sueño se basaba de una simple imagen, blanca y nítida, la dulce niña reposaba sobre unas sabanas blancas y con el rostro inmaculado, como dormida. Y eso es lo que más temía que no estuviese dormida durante solo un rato… Todos mis sueños anteriores, se habían realizado, no de manera exacta pero si similar. Estaba terriblemente asustada.
Esa mañana había sido la tercera vez que había tenido el sueño sobre Lara, así que preocupada, decidí hacerle una visita. Mis pasos sobre la acera resonaban al son de la música que emitían mis cascos, no podría vivir sin ellos. Al pasar por delante de un escaparate, vi mi reflejo en el cristal. Me di cuenta de que había engordado, no se notaba mucho, pero para mí era demasiado. ’Normal’ me dije ‘ estos días has estado comiendo sin parar por tu depresión post-ruptura’, necesitaba quitarme esos kilos de más, ya lo arreglaría cuando llegase a casa. Sobre mi ruptura, había decidido terminarlo lo antes posible así que, al día siguiente de ver al amor de mi vida con su novia, me dirigí a su casa. Con tranquilidad llame al timbre, y cuando e abrió, con toda la educación que mi rabia me permitía; le dije todo lo que había visto y le propicie todos los insultos que me había preparado mentalmente. Llegaron las disculpas y los rogos, pero mi una respuesta fue una agitación de cabeza y me di la vuelta sobre mis talones y ahí lo deje, al amor de mi vida. No me dolió tanto como me esperaba, es más, lo supere e incluso intente fijarme en otros chicos al cabo de los días.

Volviendo a la actualidad. La cafetería estaba como siempre y las risas de los clientes llenaban el ambiente junto con el sabroso olor a café que reinaba en el aire, después de haber pedido un café macchiato y le pregunté al padre de Lara por esta misma. Me indicó que la cría estaba jugando con la pelota en la parte de atrás de a cafetería, así que sin pensármelo me dirigí hacia allí. 
Lara jugaba con una pelota a chocarla contra la pared, pero cuando me vio dejo que la pelota se alejara hacia algún sitio y vino corriendo y con los brazos abiertos hacia mí. Me sentí pequeña ante esa gran sonrisa, que desapareció de mi rostro en cuanto sucedió. Demasiado rápido, sin respiración, nublándose, todo cayó, todo se silenció para mí.

martes, 14 de enero de 2014

Ahora, un cuento

Yo en verdad escribo, un poco de esto un poco de aquello pero disfruto dejando fluir las palabras de mi mente a un Documento Word en este caso.Escribo cuando estoy inspirada o escribo cuando lo necesito. Aquí dejo un poquito de algo que empece hace poco, no tengo nada más sobre esta historia por falta de tiempo.Pero soy de las que terminan lo que empiezan, así que hay os la dejo.

                                                                                                7 de Enero de 2014
Ataviada con mis pantalones de Zara, mi bufanda, mi gorro y mi trenca. Me atreví  a salir a las calles del frío invierno, donde el único que mantenía diálogo era el viento, que te calaba hasta lo más hondo del alma. Mientras acomodaba bien mi pelo, mi Smarthphone  vibró en el bolsillo del ajustado pantalón, que en verdad no abrigaba nada pero me gustaba el color. Desbloqueé el patrón y leí la serie de incoherencias que mis amigas decían por el grupo de WhatsApp, deje escapar una sonrisa e ignore la siguiente serie de vibraciones correspondientes a las risas que agitaron mi bolsillo. Cruce un par de calles un poco sin rumbo, colocándome los auriculares para ignorar el aullido del viento en mis oídos. Aislándome en el sonido de la música, dejando escapar un suspiro y observando como el vaho se desvanecía en el aire. Mi mente vagaba en los recuerdo, como queriendo sufrir un poco más. Sacudí la cabeza, despejando mi mente de todo dolor e intente concentrar toda mi atención en mi destino. En verdad no sabía a qué me dirigía simplemente me movía la curiosidad y el masoquismo. Me acerque a donde mi anónimo mensajero me había dicho que fuese. Llevaba recibiendo mensajes extraños desde hace unos días diciéndome que alguien me estaba haciendo mucho daño a escondidas, e impulsada por el temor, hice caso al último mensaje “Ve a esta dirección y sabrás de que estoy hablando” . Espere unos minutos pero no podía entender de qué se trataba el mensaje, derrotada por el frío, me gire para darme la vuelta  y entonces fue cuando lo ví o más bien, los ví. Me quede congelada y no solo por el frío.
Mi novio David, con el que llevaba saliendo un año, que cumplíamos la semana que viene. Le estaba pasando el brazo a otra chica, la cual tenía su cabeza apoyada en su hombro. No me interesaba su nombre, ni sus rasgos. Lo único que veía era los besos que depositaba mi chico a lo largo de su cara y las risas de ella en respuesta. Congeladas lágrimas surcaban mis mejillas y un hielo desgarrador congelaba mi corazón. Dispuesta a no infrigirme más dolor me dirigí a la cafetería más cercana argumentando que tenía que ir al baño. Al cerrar, me derrumbe contra la puerta durante lo que me pareció siglos, resurgí cuando unos suaves pasos y unos pequeños golpes sonaron a través de la madera. Entreabrí la puerta y me encontré a una niña de 5 años sonriéndome ampliamente y diciéndome con una exquisita educación.
-Perdoné ¿le queda mucho?- su voz sonaba unas octavas más aguda que la mía y sus mofletes rosas e inflados denotaban una enorme y amplia sonrisa, que se desvaneció cuando vio mi cara llena de rastro de lagrimas.- Huy lo siento, si quiere entro en el de chicos, nadie se va a dar cuenta.
-No tranquila pasa, yo solo me voy a lavar la cara- Hice un tremendo esfuerzo por sonreír, pero creo que al final no me salió de todas maneras la niña me devolvió una sonrisa, aun mas grande y deslumbrante que la anterior.
Cerré la puerta del servicio y mire mi reflejo en el espejo. Tampoco estaba tan mal, solo tenía grandes surcos de rímel que llegaban hasta mi barbilla y los ojos hinchados y rojos. Preciosa. Empecé a limpiarme los ojos y la cara hasta que solo quedaron como prueba de mis amargas lágrimas mis terribles ojos hinchados. Nada que no se pudiese arreglar con…
-Chocolate- dijo la niña saliendo del lavabo- ¿Quieres?- Dijo extendiéndome una onza, la acepte con ganas pero ella me regaño diciendo-primero lávate las manos.
Obedeciendo a sus órdenes abrí el grifo y sumergí mis manos con el jabón, masajeándolas. Al cabo de un rato se las mostré diciendo.
-Mira, limpias como el jaspe- dije recibiendo mi onza de chocolate mientras ella engullía la suya.
- Me llamo Lara, Lara Espinosa ¿y tú?- al menos ya había dejado de tratarme de usted, me hacía sentir incomoda.
-Yo me llamo Eva Montoro- dije agachándome a su altura para estrecharle la mano que ella me había tendido.
-Un placer Eva- dijo Lara me, de repente se espabilo y dijo- bueno me tengo que ir que mi mama me debe de estar esperando, espero que nos veamos pronto. Vengo aquí todos los días, mi papa manda aquí.- Se dirigió a la puerta pero de pronto se giro y me dijo- Por cierto, no merece la pena llorar, él se lo pierde.


Y ahí me dejo una cría de 5 años dándome lecciones de la vida y adivinando mi situación,  ¿Cómo? No lo sé pero de ella había aprendido más que de mis padres en siglos. Dejando a un lado el dolor de mi pecho me dirigí a mi casa, para refugiarme de todo. Directamente me dirigí a mi cuarto, saludando primero a mis madre, y me eche en la cama. No tenía fuerzas para llorar, después del dolor del primer momento ahora llegaba la rabia y la impotencia. Decidida a cerrar mi relación envié dos mensajes, uno a David, diciéndole que si podíamos quedar mañana por la mañana y otro a mi anónimo, dándole las gracias y diciéndole que desearía saber su identidad. Recibí una respuesta afirmativa de David diciéndome lo mucho que le apetecía y cuanto me quería, decidí guardar mis repulsivos pensamientos para cuando lo viese en persona. Y otro mensaje de mi anónimo diciéndome que “Todo tiene su momento y su lugar, me alegro de haberte ayudado. Suerte con la próxima” No sabía a qué se quería referir con la próxima pero la curiosidad afloro en mi interior.