jueves, 27 de febrero de 2014

Frío metal


Pase ese fin de semana entre visitas a Lara y sueños cada vez más escalofriantes, no había respuesta alguna de mi mensajero. Esperaba no haber perdido la comunicación, con él, justo en el momento clave, y…como si me leyese la mente, que estoy segura que lo hace, mi móvil vibra con la aparición de una respuesta que yo ya sabía.

Preparado. Cuando usted quiera mi capitana”

Llevo esperando esto demasiado tiempo, la adrenalina me recorre las venas y a la vez me las contamina.Todo.Tiene.Que.Salir.Perfecto.

Sabía a dónde tenía que ir, donde empezaba el juego, y donde si la suerte estaba de mi parte. Acabaría para siempre. Me dirijo a paso tranquilo, ataviada con lo de siempre: mi preciosa trenca roja y mi gorro negro. Ando con paso firme, decidido, no voy a vacilar, no esta vez. Cuando llego, le envío un mensaje a mi nuevo compañero de equipo.

“Lista”

Cinco letras, dos silabas. Su respuesta, me satisface.

“Corrijo. Listos”

Me siento en el banco de siempre, me pongo los cascos y dejo que ocurra, de repente, el agua de la fuente que tengo al lado, deja de fluir. Esta aquí, ya ha llegado. No sé por donde aparecerá, pero al menos, ya le he visto la cara. Dejo que se deslice por debajo de la manga de mi trenca, solo asomando la punta, invisible, fría, mortificante. Estoy tan concentrada en mis pensamientos y en dejar que no se me caiga, que casi pego un salto cuando el banco cruje bajo el peso de otro cuerpo. Sigue igual, la misma forma de sentarse, de mirarme e intimidarme, solo que esta vez no me dejo. Me giro lentamente devolviéndole la mirada, sin dudas, sin remordimientos. Sintiendo el frio del metal en mí manga. Una frase, mil recuerdos.

-Hola pequeña. – hace una pausa para dirigirme una sonrisa sincera, que buen actor. Se acerca a mi cara, no ha cambiado mucho, lo que ocurre es que la última vez que lo vi tenía la cara llena de sangre, mi sangre- ¿Me has echado de menos? Hermanita.

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