jueves, 27 de febrero de 2014

Aquella


Me miro al espejo, y un búho me devuelve la mirada, da igual todo da igual. Mis pensamientos se concentraban en un maldito individuo, hijo de puta. Nunca más, me prometí hace dos años que se acercaría a mi vida y con casualidad o sin ella, ha vuelto. Y esta vez no lo voy a dejar escapar.

La brisa mañanera entra por la ventana del baño, en el cual huele a vomito, me dan arcadas pero me contengo. Tengo que actuar con normalidad, y que nadie sepa mis intenciones hasta que la venganza sacie mis manos y mi corazón. Me lavo la cara espabilo y me dirijo a casa, necesito informar a mi madre de lo que ha ocurrido. Al llegar me la encuentro en el despacho de papa, con una fotografía en la mano y sollozando silenciosamente. Normal, el dolor que se siente por lo que ocurrió, le asalta de vez en cuando, pero yo estoy aquí para ella. Y ahora más que nunca, ya lo tengo. Me acercó a ella y la consuelo como yo solo sé, la mimo un rato, una mujer de 40 y tantos, también necesita mimos. Vemos una película, y mientras preparo las palomitas le cuento lo ocurrido, ella asiente, ausente. Evidentemente omito el encuentro, tengo que contactar con mi mensajero, seguro que ya sabe mi próximo movimiento.

Simplemente cojo el móvil y le envió un mensaje, simple corto y llamativo.

“Encontrado, que empiece el juego”

Aquel juego que tanto había ansiado y practicado, estaba apunto de comenzar y debía de estar preparada. Silenciosamente me dirijo al despacho de mi padre, y ahí esta, sucia y polvorienta pero utilizable. Sería mi protección o mi perdición, no lo sabía. Era mi mejor arma.

Aquella que ya había probado mi sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario