domingo, 2 de febrero de 2014

Continúa la historia...

Nunca había temido a la muerte hasta ahora, mis sueños relataban historias, de gente a la que conocía, a la que quería. El último y mas atemorizante era sobre ella, Lara, la pequeña y dulce niña que había conocido en esa cafetería.
El sueño se basaba de una simple imagen, blanca y nítida, la dulce niña reposaba sobre unas sabanas blancas y con el rostro inmaculado, como dormida. Y eso es lo que más temía que no estuviese dormida durante solo un rato… Todos mis sueños anteriores, se habían realizado, no de manera exacta pero si similar. Estaba terriblemente asustada.
Esa mañana había sido la tercera vez que había tenido el sueño sobre Lara, así que preocupada, decidí hacerle una visita. Mis pasos sobre la acera resonaban al son de la música que emitían mis cascos, no podría vivir sin ellos. Al pasar por delante de un escaparate, vi mi reflejo en el cristal. Me di cuenta de que había engordado, no se notaba mucho, pero para mí era demasiado. ’Normal’ me dije ‘ estos días has estado comiendo sin parar por tu depresión post-ruptura’, necesitaba quitarme esos kilos de más, ya lo arreglaría cuando llegase a casa. Sobre mi ruptura, había decidido terminarlo lo antes posible así que, al día siguiente de ver al amor de mi vida con su novia, me dirigí a su casa. Con tranquilidad llame al timbre, y cuando e abrió, con toda la educación que mi rabia me permitía; le dije todo lo que había visto y le propicie todos los insultos que me había preparado mentalmente. Llegaron las disculpas y los rogos, pero mi una respuesta fue una agitación de cabeza y me di la vuelta sobre mis talones y ahí lo deje, al amor de mi vida. No me dolió tanto como me esperaba, es más, lo supere e incluso intente fijarme en otros chicos al cabo de los días.

Volviendo a la actualidad. La cafetería estaba como siempre y las risas de los clientes llenaban el ambiente junto con el sabroso olor a café que reinaba en el aire, después de haber pedido un café macchiato y le pregunté al padre de Lara por esta misma. Me indicó que la cría estaba jugando con la pelota en la parte de atrás de a cafetería, así que sin pensármelo me dirigí hacia allí. 
Lara jugaba con una pelota a chocarla contra la pared, pero cuando me vio dejo que la pelota se alejara hacia algún sitio y vino corriendo y con los brazos abiertos hacia mí. Me sentí pequeña ante esa gran sonrisa, que desapareció de mi rostro en cuanto sucedió. Demasiado rápido, sin respiración, nublándose, todo cayó, todo se silenció para mí.

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