En pocos segundos
la chiquilla que brillaba con luz natural fue arrollada por una bicicleta roja
conducida por un chaval que no se detuvo para ver su desastre pero que si se
llevo su merecido al estamparse contra un escaparate de una tienda de fotografía,
no me preocupaba. Impulsada por el miedo corrí hacia la niña, aún respiraba
pero tenía un golpe muy feo del que emanaba sangre por detrás de la cabeza, no
me gustaba, no quería que esto sucediese. Su padre salió por la puerta alarmado
por el golpe y cuando me vio abrazada al
cuerpo inerte de su hija, se derrumbo, corrió hacia su hija y la beso, empapándose
sus carnosos labios de sangre, sin impórtale nada. Mientras las lagrimas y la
sangre en su cara se mezclaba como un espectáculo de dolor inconsolable,
reaccione.
Marque el número
de emergencias que jamás pensé que utilizaría, a los pocos minutos apareció una
ambulancia y todo se hizo caos. La mitad del personal médico se dirigió al
herido conductor, pero a nadie parecía importarle su estado de salud. Frente a
una niña de no más de 5 años que había sufrido un terrible golpe en la cabeza y
estaba perdiendo mucha sangre. Acompañada de su padre envuelto en sangre y
lagrimas que se convulsionaba a su lado y de mí una ¿ amiga? ¿conocida? que había
reaccionado pero que seguía parada. Se llevaron a la pequeña en ambulancia y yo
pedí un taxi durante el jaleo para acompañar, no iba a dejarla sola y menos aún
a su padre, que estaba en un estado entre el shock y la rabia , el miedo y el dolor.
Llegamos al
hospital en menos de 10 minutos ya que se encontraba cerca de la cafetería,
pero diez minutos, son diez minutos para Lara entre la vida y la muerte. No estudiaría
medicina pero tenía suficiente conocimiento para saber que esa herida y ese
golpe no la dejarían indiferente, y que eran lo suficientemente graves para
acabar con su risueña risa.
Los hospitales
huelen a enfermedad, y todos lo sabemos, nos aportan miedo, dolor, sufrimiento
y a veces si te fijas bien puedes sentir un poco de esperanza, alegría , amor y
luz. No recuerdo la última vez que visite un hospital…no era un sitio que me
gustara visitar. Pero, me quedo pillada, no se que más decir. La veo pasar en
una camilla con sabanas blancas y con el
rostro inmaculado. Mis piernas me fallan y me derrumbo ante todos los pacientes
que se encuentran paseando por los pasillos.
No se controlarme,
pero se que se estoy llorando, y que alguien me está hablando. No noto nada solo
una mano fría rozarme la cara, como un ángel, como una sueño pero lo único que
encuentro al abrir los ojos es a una enfermera muy preocupada por mí. Le doy
las gracias me incorporo y me dirijo al baño. Esto es demasiado para mí, puede
conmigo. No conocía mucho a Lara, pero la sentía muy dentro de mí, como la
hermana pequeña que nunca he tenido. Pero no todo quedaría así, soy vengativa y
no lo dejaría escapar, no ahora que le había visto la cara, y mi mente lo había
reconocido, por segunda vez.
Por segunda vez?? Quién será?
ResponderEliminarUna narración genial, espero tener noticias pronto de la continuación!
Un abrazo ;)