Flashback
Recuerdo cuando éramos
pequeños, y él siempre cuidaba de mi, su hermana pequeña, tan solo por meses,
pero me cuidaba. De repente no sé lo que sucedió pero se le ensombreció la
mirada, el aguamarina de sus ojos se convirtieron en un oscuro mar revuelto, de
rabia y dolor, nadie sabe que le ocurrió.
Recuerdo un día en
el parque, en ese mismo parque, que él me dijo que si jugábamos a un juego. A
simple vista el juego no parecía dañino ni retorcido pero poco a poco me di
cuenta, con mi poca conciencia de cinco años, de que lo que estaba intentando.
Intentaba matarme,
primero me llevo al lago, en el que casi me caigo si no llega a ser por una
rama de un árbol, después continuo mi tortura en los columpios en los que él me
empujaba cada vez más fuerte, intentando que yo cayese, todo se soluciono
cuando llego mi madre y vio el terror y el pánico en los ojos. Desde ese día mi
hermano y yo, no volvimos a ser hermanos. Y lo peor es que ese no fue su único
intento…
Volviendo al presente
Mi hermano no s
feo, ha cambiado mucho durante este tiempo, pero ese vacío en sus ojos sigue
ahí, haciéndome sentir pequeña, indefensa. Es un chico de 19 años bastante atractivo,
musculoso pero no petado, de piel bronceada y cabello castaño. Pero sus ojos
siguen fallando en ese rostro de inocencia, que no engaña a nadie.
Seguía teniendo su
rostro a centímetros del mío, por lo que no podía ver el movimiento que yo estoy
haciendo en mi manga, hasta que siente el arma en su muslo, por el brillo que
toman sus ojos, ha reconocido la forma y el calibre.
-Wow- dice, no
parece nada asombrado, pero eso me da igual- veo que devuelves los golpes con
las mismas armas, pequeña.
-No me digas
pequeña- eran las primeras palabras que le dirigía y mi voz ya estaba
temblando, no puede ser así, reacciona.- No eres nadie.
- Sigo siendo tu
hermano- la sonrisa no desaparece de su cara, así que aprieto más el arma
contra su muslo, ningún rastro de dolor, mierda.
-Perdiste ese
nombre hace demasiado tiempo, no tienes derecho ni a estar aquí – la rabia se
ha apoderado de mi- deberías estar pudriéndote en una cárcel, o mejor muerto.
Ahora sí, la
sonrisa desaparece de sus ojos y de su rostro, bien, conseguido.
-No me hables así-
su mano se acerca peligrosamente a mi cuello, cualquiera puede pensar que me va
a acariciar pero yo se que no. Así que cuando sus gélidos dedos lo rozan,
aprieto el gatillo.
Ningún grito,
simplemente una expresión de horror cruza su rostro, me cubro con la trenca y
me alejo corriendo de allí, sin mirar atrás.
Corro como si la
vida se me escapase, y la verdad es que la acabo de perder, el juego acaba de
empezar, y este no es el final, sino el principio.
El principio del
juego que me costará la vida.
Este, sin duda alguna, me encanto, es muy bueno. :*
ResponderEliminar