Y
cuando el trozo de lona vuelve a ser recuperado, tratado y cuidado, otras
personas quieren que forme parte de sus vidas, que forme parte de algo que les
cubra, una colcha tal vez.
Cuando
llega el invierno y ese frió infernal se convierte en doloroso, en algo
insoportable, necesitas que algo cálido te cobije, te cuide y te proteja de él.
¿Has pensado alguna vez en si lo fuerte que a veces tiras del edredón cuando te
cubres, puede dañar sus tejidos? Poco a poco se desgastan por el uso, por el
maltrato o incluso por la cantidad de veces que les intentamos coser los rotos
o limpiar las manchas. Seguro que tampoco has pensado alguna vez ¿Por qué el
tejido se vuelve áspero con el paso del tiempo? Porque el tiempo no solo cura
los desperfectos, los envejece o simplemente los acomoda para que ya sean
asimilados como naturales. Lo que ocurre es que a la misma vez, el tejido se
hace fuerte, para poder cubrirte mejor del frió, pero a la misma vez poder
evitar rotos y manchas.
Es
entonces cuando decides que esa colcha ya no te sirve, ya no proporciona lo que
anhelas y adquieres otra que tal vez no sea igual de cálida pero sirve para
cobijar el frió de tu corazón. Coges la desgastada y vieja colcha y la guardas
en el baúl, al igual que otras, dejando que el tiempo consuma sus tejidos.
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