Yo en verdad escribo, un poco de esto un poco de aquello pero disfruto dejando fluir las palabras de mi mente a un Documento Word en este caso.Escribo cuando estoy inspirada o escribo cuando lo necesito. Aquí dejo un poquito de algo que empece hace poco, no tengo nada más sobre esta historia por falta de tiempo.Pero soy de las que terminan lo que empiezan, así que hay os la dejo.
7 de Enero de 2014
Ataviada con mis
pantalones de Zara, mi bufanda, mi gorro y mi trenca. Me atreví a salir a las calles del frío invierno, donde
el único que mantenía diálogo era el viento, que te calaba hasta lo más hondo
del alma. Mientras acomodaba bien mi pelo, mi Smarthphone vibró en el bolsillo del ajustado pantalón,
que en verdad no abrigaba nada pero me gustaba el color. Desbloqueé el patrón y
leí la serie de incoherencias que mis amigas decían por el grupo de WhatsApp,
deje escapar una sonrisa e ignore la siguiente serie de vibraciones
correspondientes a las risas que agitaron mi bolsillo. Cruce un par de calles
un poco sin rumbo, colocándome los auriculares para ignorar el aullido del
viento en mis oídos. Aislándome en el sonido de la música, dejando escapar un
suspiro y observando como el vaho se desvanecía en el aire. Mi mente vagaba en
los recuerdo, como queriendo sufrir un poco más. Sacudí la cabeza, despejando
mi mente de todo dolor e intente concentrar toda mi atención en mi destino. En
verdad no sabía a qué me dirigía simplemente me movía la curiosidad y el
masoquismo. Me acerque a donde mi anónimo mensajero me había dicho que fuese.
Llevaba recibiendo mensajes extraños desde hace unos días diciéndome que
alguien me estaba haciendo mucho daño a escondidas, e impulsada por el temor,
hice caso al último mensaje “Ve a esta
dirección y sabrás de que estoy hablando” . Espere unos minutos pero no
podía entender de qué se trataba el mensaje, derrotada por el frío, me gire
para darme la vuelta y entonces fue
cuando lo ví o más bien, los ví. Me quede congelada y no solo por el frío.
Mi novio David,
con el que llevaba saliendo un año, que cumplíamos la semana que viene. Le
estaba pasando el brazo a otra chica, la cual tenía su cabeza apoyada en su
hombro. No me interesaba su nombre, ni sus rasgos. Lo único que veía era los
besos que depositaba mi chico a lo largo de su cara y las risas de ella en
respuesta. Congeladas lágrimas surcaban mis mejillas y un hielo desgarrador
congelaba mi corazón. Dispuesta a no infrigirme más dolor me dirigí a la
cafetería más cercana argumentando que tenía que ir al baño. Al cerrar, me
derrumbe contra la puerta durante lo que me pareció siglos, resurgí cuando unos
suaves pasos y unos pequeños golpes sonaron a través de la madera. Entreabrí la
puerta y me encontré a una niña de 5 años sonriéndome ampliamente y diciéndome
con una exquisita educación.
-Perdoné ¿le queda
mucho?- su voz sonaba unas octavas más aguda que la mía y sus mofletes rosas e
inflados denotaban una enorme y amplia sonrisa, que se desvaneció cuando vio mi
cara llena de rastro de lagrimas.- Huy lo siento, si quiere entro en el de
chicos, nadie se va a dar cuenta.
-No tranquila
pasa, yo solo me voy a lavar la cara- Hice un tremendo esfuerzo por sonreír,
pero creo que al final no me salió de todas maneras la niña me devolvió una
sonrisa, aun mas grande y deslumbrante que la anterior.
Cerré la puerta
del servicio y mire mi reflejo en el espejo. Tampoco estaba tan mal, solo tenía
grandes surcos de rímel que llegaban hasta mi barbilla y los ojos hinchados y
rojos. Preciosa. Empecé a limpiarme los ojos y la cara hasta que solo quedaron
como prueba de mis amargas lágrimas mis terribles ojos hinchados. Nada que no
se pudiese arreglar con…
-Chocolate- dijo
la niña saliendo del lavabo- ¿Quieres?- Dijo extendiéndome una onza, la acepte
con ganas pero ella me regaño diciendo-primero lávate las manos.
Obedeciendo a sus
órdenes abrí el grifo y sumergí mis manos con el jabón, masajeándolas. Al cabo
de un rato se las mostré diciendo.
-Mira, limpias
como el jaspe- dije recibiendo mi onza de chocolate mientras ella engullía la
suya.
- Me llamo Lara,
Lara Espinosa ¿y tú?- al menos ya había dejado de tratarme de usted, me hacía
sentir incomoda.
-Yo me llamo Eva
Montoro- dije agachándome a su altura para estrecharle la mano que ella me
había tendido.
-Un placer Eva-
dijo Lara me, de repente se espabilo y dijo- bueno me tengo que ir que mi mama
me debe de estar esperando, espero que nos veamos pronto. Vengo aquí todos los
días, mi papa manda aquí.- Se dirigió a la puerta pero de pronto se giro y me
dijo- Por cierto, no merece la pena llorar, él se lo pierde.
Y ahí me dejo una
cría de 5 años dándome lecciones de la vida y adivinando mi situación, ¿Cómo? No lo sé pero de ella había aprendido
más que de mis padres en siglos. Dejando a un lado el dolor de mi pecho me
dirigí a mi casa, para refugiarme de todo. Directamente me dirigí a mi cuarto,
saludando primero a mis madre, y me eche en la cama. No tenía fuerzas para
llorar, después del dolor del primer momento ahora llegaba la rabia y la impotencia.
Decidida a cerrar mi relación envié dos mensajes, uno a David, diciéndole que
si podíamos quedar mañana por la mañana y otro a mi anónimo, dándole las
gracias y diciéndole que desearía saber su identidad. Recibí una respuesta
afirmativa de David diciéndome lo mucho que le apetecía y cuanto me quería,
decidí guardar mis repulsivos pensamientos para cuando lo viese en persona. Y
otro mensaje de mi anónimo diciéndome que “Todo
tiene su momento y su lugar, me alegro de haberte ayudado. Suerte con la
próxima” No sabía a qué se quería referir con la próxima pero la curiosidad
afloro en mi interior.